La segunda parte de esta serie romántico-erótica de BDSM mejora bastante respecto al primero, Club Shadowlands. Cambian los personajes, que en este caso son algo más complejos, la historia de amor es un poco más complicada y las escenas de sexo, mejores. Aunque sigue sin ser una novela espectacular, me parece que está muy bien para los que nos gustan este tipo de libros.
Kari es la típica sumisa de los libros de Cherise Sinclair: vergonzosa, con bastante cuerpo y, en este caso, recatada. Se apunta a una clase de principiantes en el Club Shadowlands con su novio, un hombre que vemos desde el principio que es un imbécil. Y de hecho, nada más empezar la clase le deja... pero Master Z, el dueño del club, le propone que asista a las clases con Master Dan, que tiene años de experiencia. Y ella acepta.
Spoilers a partir de aquí:
Master Dan se unió al club con su mujer, ya que los dos estaban en el mundo del BDSM. Pero hace 3 años ella murió en un accidente de tráfico al conducir borracha y él no se lo perdona a sí mismo. Mientras tanto, Kari empieza a descubrir el mundo BDSM y a darse cuenta de lo mucho que le gusta, de que lo necesita. Los dos se lo pasan de maravilla juntos... y algo más. Pero Dan se ve incapaz de tener una relación, y Kari termina confundida por no saber si Dan le quiere o se lo imagina ella.
En este libro, como en la mayoría de novelas románticas, el misterio no es si va a terminar con el hombre. Sabemos desde el principio que, a pesar de los problemas que surgirán entre los dos, van a acabar juntos. Aquí es exactamente igual. Sabemos que los dos terminarán juntos, así que lo importante es el viaje emocional que pasa entre medias. Y, dentro de lo que suele haber en las novelas románticas de hoy en día, la historia es buena.
Todo ello está sazonado con escenas de sexo que incluyen un poco de spanking y bondage pero sobre todo dominación y sumisión. Y estas escenas me parecen más eróticas e imaginativas que las del primer libro, especialmente la última en el jardín.
La autora utiliza un lenguaje claro y sencillo, sin florituras. Va al grano y no se entretiene en divagaciones eternas o descripciones interminables. Por eso, la lectura es bastante rápida y el ritmo no decae en ningún momento.
La autora utiliza un lenguaje claro y sencillo, sin florituras. Va al grano y no se entretiene en divagaciones eternas o descripciones interminables. Por eso, la lectura es bastante rápida y el ritmo no decae en ningún momento.
En resumen, si os gustan este tipo de libros y el primero os ha picado la curiosidad, este segundo es bastante mejor, por lo que es recomendable. Si no es así, no merece demasiado la pena leerlo. Por cierto, los libros no están traducidos al español.
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