Puedo entender por qué está causando furor esta novela. Es fácil de leer y la trama te absorbe. Además, el BDSM aparece poco (aunque lo nombran mucho) y empezamos a adentrarnos en ese mundo muy poquito a poco, así que en realidad no hace falta saber nada sobre ello y al lector no le chocan las escenas porque nos presentan estas prácticas de manera muy suave, y cada vez aumenta un poco la intensidad, dejándonos tiempo para acostumbrarnos a ello.
Aun así, no es oro todo lo que reluce, y 50 Sombras de Grey tiene más de un fallo que hace que no sea totalmente genial.
Spoilers a partir de aquí.
A primera vista, Anastasia es una chica corriente y es fácil sentirse identificada con ella. De belleza normal, nada del otro mundo; estudia una carrera normalita (Literatura Inglesa); comparte piso con su amiga de facultad, etc. Y su primer encuentro con Christian es entreñable, con él siendo un témpano de hielo y ella pifiándola una y otra vez. Pero aun así, vemos que salta una chispa entre ellos.
Al tener la primera conversación sobre el contrato, ahí empieza lo mejor, ahí empieza la historia de verdad. Es en ese momento en el que vemos que Christian es humano. En ese momento empieza la relación entre los dos de verdad. Esos capítulos son, probablemente, los mejores de todo el libro.
Después se llena de altibajos. La mayoría de momentos entre Ana y Christian son muy bonitos, da igual si son de sexo o discusiones. Los emails me encanta, son graciosísimos. Pero cuando está con Kate el ritmo baja bastante y la historia digamos que "se atasca", y pasa lo mismo cuando está con su madre.
El final, en cambio, me ha gustado mucho. Los últimos dos o tres capítulos no podía apartarme del libro. Veía que se terminaba y no sabía qué iba a pasar, cómo iba a pasar. La escena en el cuarto rojo del dolor es muy buena, y la llorera de Ana y la carita de abandono de Christian me han dejado tocada. Es un final muy emotivo y realista, acorde con la personalidad de los personajes. Y aunque será difícil de volver a juntarles en el siguiente libro y sufriré sin Christian durante un tiempo, creo que la autora ha hecho lo correcto.
Me ha gustado que la narración no es muy pesada y se lee fácilmente. A veces incluso diría que es "muy ligera", y es verdad que no es de grandísima calidad, pero tampoco me parece malo. Aun así, las escenas de sexo me parecen muy buenas. Están bien escritas, son originales, no se repiten y son explícitas. Además, no se anda con remilgos, y eso no es algo que se vea en muchas novelas. Nos da el número justo de escenas de sexo, y hace que la tensión sexual crezca poco a poco. Así, no sentí la necesidad de pasar las páginas para llegar a la siguente escena erótica, como pasa en algunos libros; ni tampoco sentí que el argumento se quedase de lado para añadir sexo sin parar, como sí sentí en El Rapto de la Bella Durmiente.
También me parece que Christian es un gran personaje. A veces tiene esos cambios de humor que no me creo que le hagan mucho bien y puede parecer demasiado obsesivo, pero en general tiene el toque justo de serio, romántico, sexy y necesitado de amor. Y una de las cosas que más me hacía seguir leyendo era saber más sobre su vida: qué le pasó de niño, por qué se siente tan incómodo en su familia, qué pasó con la señora Robinson...
Pero no ha sido todo perfecto. He leído en alguna parte que 50 Sombras de Grey es una especie de Crepúsculo adulto, y aunque no estoy de acuerdo y me parece totalmente exagerado, sí que se pueden encontrar un par de paralelismos entre las dos obras que denotan que la autora estuvo influenciada por Stephenie Meyer.
Por un lado, Anastasia puede llegar a cansar. En general me cae bien y me parece soportable, pero se puede poner muy pesadita. Tenemos como ejemplo el hecho de que sea incapaz de que la inviten o regalen nada. Un poco de reticencia está bien, pero montar esos numeritos porque te novio te ha comprado unos libros que te encantan llega a ser patético. Además, le da muchas vueltas a todo y parece sorda: da igual cuantas veces le repita algo Christian (que le va a echar de menos, que le quiere), ella va a olvidarlo a los 2 segundos y a pasarse 1 capítulo dándole vueltos a si Christian le va a echar de menos o le quiere.
Además, la autora ha calcado esa manía de Meyer de hacer que los personajes repitan una acción hasta la saciedad. No hace más que repetir que Christian se pasa la mano por el pelo y ladea la cabeza, mientras que Ana se muerde el labio y todo el mundo pone los ojos en blanco. Si hubiese dejado que Christian se pasase la mano de vez en cuando por el pelo y Ana se mordiera el labio a veces, habría sido peculiar y gracioso. Así, es un coñazo. No es tan horrible como Bella Swan ni tan pesada como Sookie Stackhouse, pero podría mejorar notablemente.
También sentí, sobre todo hacia la mitad del libro, que la historia no tenía rumbo fijo, que la autora se estaba llendo por las ramas y lo que nos contaba no era demasiado relevante. Excepto cuando están los dos protagonistas juntos, no parece que haya un verdadero avance, y eso es bastante confuso y me corta el rollo.
En resumen, me parece una novela más que recomendable. Es fácil de leer, tiene una historia interesante y es una buena mezcla entre romanticismo y erotismo. Pero si alguien quiere una novela de gran calidad o leer algo con gran contenido en BDSM, este no es el libro indicado.
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