Esta alegoría es, junto con 1984, una de las novelas más famosas de George Orwell. Gran interesado por la política de la época (llegó a combatir en la Guerra Civil española con el POUM), se sintió disgustado cuando en Gran Bretaña se empezó a dar un sentimiento pro Stalinista tras aliarse con la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Por ello, escribió este libro con toda la intención de fusionar el propósito artístico con el político.
Orwell narra la Revolución Rusa de 1917 y los siguientes años de Unión Soviética, pero siendo casi todos los personajes animales y en lugar de países, con granjas.
El cerdo Viejo Mayor da un día un discurso al resto de animales de la Granja Manor, en Inglaterra, como hizo Lenin en su día. Compara a los humanos con parásitos y les enseña la canción "Bestias de Inglaterra", que recuerda a la Internacional. Poco después Viejo Mayor muere. Días más tarde, y sin haberlo planeado, los animales se rebelan contra los dueños y consiguen expulsarles de la granja, tras lo que deciden gobernarse ellos mismos y vivir, por fin, con dignidad.
La vida empieza de forma bastante idílica. Los animales siguen con sus tareas, ya que tienen que trabajar para vivir, pero al no tener que mantener a los humanos, tienen más para ellos. Además, no usan castigos físicos. Pronto los cerdos rebuscan entre los libros del antiguo dueño y aprenden a leer, así que intentan que el resto de animales hagan lo mismo. Algunos aprenden, otros solo unas letras y otros absolutamente nada. Tras esto, escriben varias reglas que regirán la vida en la granja y deciden que los cerdos serán los gobernantes, aunque todo tendrá que ser aprobado por votación popular.
Sin embargo, las cosas empiezan pronto a cambiar. El paso de una sociedad supuestamente idílica a un totalitarismo aberrante es sorprendentemente rápido, pero lo más llamativo es cómo todos permiten que ocurra. Al verlo de forma tan clara a todos nos parece que el resto de animales son idiotas, pero no son más que una representación de la sociedad que hubo y aún hay, en mayor o menos medida.
También es interesante ver las distintas personalidades de los animales. Las ovejas, lo que hoy en día llamaríamos fangirls, que son incapaces de pensar por sí mismas y solo repiten lo que han oído. ¿Acaso no conocemos a muchas personas así?
Las gallinas, que intentan rebelarse y solo consiguen ceder tras haber sufrido una dura represión. Bóxer, que aunque tiene un poco de cerebro y le extrañan algunas cosas, al final siempre termina creyendo lo que le dicen y trabaja duro para ayudar al régimen, aunque esto no haga más que perjudicarle.
Y por último mi favorito, el burro Benjamin. Eternamente resignado . La vida siempre ha sido dura y siempre lo será. Era consciente de los abusos de los humanos, pero sigue siendo consciente de los abusos de los cerdos. No le engañan, sabe perfectamente que están viviendo una dictadura, pero no cree que nadie vaya a mejorar nunca nada. A todos nos gustaría vernos a nosotros mismos como Snowball, el Trotsky del libro, pero siendo realistas creo que yo sería Benjamin.
Otra de las cosas que me gusta es cómo va cambiando el tono durante la historia. Nada más rebelarse todo parece maravilloso, por lo que utiliza un lenguaje más positivo. Pero cuanto más represivo se vuelve el gobierno, más negativo es el tono. Esto ayuda a sentir vivamente por lo que pasan los animales, a ponerte en su lugar. También tiene a favor que el libro tiene pocas páginas, pero las necesarias. No se entretiene metiendo paja o en descripciones interminables que harían la lectura pesada.
Me ha encantado el ver referencias tan claras a la revolución y el stalinismo. Napoleón es el fiel reflejo de Stalin, vemos cómo va manipulando la historia como le convenga, cómo van cambiando las reglas para poder volverse más represivos incluso que los dueños humanos. Con saber un poco sobre estos hechos históricos se disfruta muchísimo del libro.
En resumen, es una auténtica obra maestra. Original, con un estilo increíble, una historia perfecta que entretiene pero sirve para reflexionar o aprender incluso, a la vez que de fácil lectura. Una novela que todos deberíamos leer.
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