Visto que leo más novelas extranjeras que españolas, cuando decidí empezar con el reto de Leyendo el mundo me pareció buena idea comenzar con una novela española. Y como la mayoría de las novelas españolas que había leído en los últimos años fueron clásicos que nos mandaban en el instituto, decidí escoger un libro más reciente. Entonces recordé que hacía casi 10 años que tenía una novela en la lista de futuras lecturas y que, sin saber muy bien por qué, nunca había comenzado: Sin noticias de Gurb.
Esta novela en realidad fue publicada por entregas en El País en el verano de 1990. Es corta, escrita en forma de diario, extremadamente fácil de leer y con un vocabulario coloquial. Está ambientada en la Barcelona del 90, mientras se prepara para los Juegos Olímpicos, y usa a los dos extraterrestres protagonistas como excusa para satirizar la sociedad.
Gurb es el segundo a bordo de una nave alienígena ocupada por dos extraterrestres. Gurb adopta la apariencia de Marta Sánchez y sale por Barcelona a llevar a cabo su misión, pero pronto se pierde y su superior debe salir a buscarle, ya que su nave solo puede ser pilotada por dos personas (o alienígenas, en este caso). La narración es el diario personal de este segundo alien, que al principio no entiende nada de nuestro mundo, y va adaptándose a nuestro estilo de vida con el método de ensayo y error.
La única forma que se me ocurre de describir esta historia es "surrealista". El protagonista hace una excentricidad tras otra, como tomar la forma del Conde Duque de Olivares, instalar una piscina en su piso, comer kilos y kilos de churros; a lo que los humanos responden con historias de tragicomedia o con excentricidades aún peores. Aquí está la gracia y puede que me haya hecho reír en voz alta en el autobús un mediodía yendo a clase:
"Tal vez la invitación debería ir precedida de un obsequio. En ningún caso debo enviarle dinero, pero, si a pesar de todo decidiera enviárselo, mejor en billetes de banco que en monedas. Las joyas presuponen una relación más formal. Un perfume es un regalo delicado, pero muy personal; se corre el riesgo de no acertar el gusto de la persona a la que se desea obsequiar. Laxantes, emulsivos, apósitos, vermicidas, antirreumáticos y demás productos farmacéuticos, excluidos. Es muy probable que le gusten las flores y los animales domésticos. Podría enviarle una rosa y dos docenas de dobermans."
Aun así, debo admitir que en la segunda parte de la novela algunos fragmentos me parecieron más extraños de lo normal y no entendí mucho qué pretendían decirme. Sin embargo, al ser el libro tan corto, no tiene demasiada importancia porque se lee en un suspiro. Es especialmente recomendable para leer en una tarde aburrida o en el transporte público, aunque te ganes miraditas raras de los demás.
Finalmente, y aunque no atañe exactamente a este libro, me gustaría terminar el post con un enlace a Eduardo Mendoza hablando del bilingüismo y la traducción en el videoblog de Lourdes de Rioja: Eduardo Mendoza, sobre interpretación.
Lo leí hace muchos años. Y aún recuerdo las risas que me produjeron las aventuras de Gurb, en definitiva la crítica del autor hacia su propio mundo.
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