Esta historia corta es quizá una de las más famosas de Gilman, y una de las primeras obras feministas. La recomendaron en el podcast Writing Excuses que habla sobre el género de terror como ejemplo de una obra en primera persona en la que vemos cómo la protagonista se vuelve loca. Con una descripción así, ¿cómo podía resistirme?
Gilman se basó en su propia experiencia para escribir esta historia. Después de años de depresión, un famoso doctor de la época le prescribió reposo absoluto: no podía escribir, ni peinarse, ni mantener conversaciones... Solo podía estar tumbada en la cama y ver la vida pasar. Hoy en día sabemos que esto no solo no es ninguna cura, sino que en el caso de la depresión probablemente sea peor incluso, y la propia Gilman decidió renunciar al "tratamiento" después de un tiempo, ya que se dio cuenta de que había estado cerca de volverse loca.
La protagonista, sin embargo, no tiene tanta suerte. Sufre de estrés post parto, y durante los 3 meses que su casa estará de reformas su marido, su bebé, la criada y ella se mudan a una casita en el campo. Su marido, que es doctor, le prescribe el mismo tratamiento que sufrió Gilman: reposo absoluto. Al igual que Gilman, la protagonista es escritora, pero tiene prohibido escribir absolutamente nada, no puede recibir visitas y solo puede salir al jardín muy de vez en cuando. Está todo el día encerrada en su habitación, sin nada más que hacer que mirar el horrendo empapelado amarillo de la pared y sus extrañas formas.
A escondidas de su marido lleva un diario en el que cuenta sus pensamientos, en un intento de pasar el tiempo. Esto significa que la historia es en primera persona, y muy personal, así que casi podemos sentir por lo que la protagonista está pasando. Las primeras entradas son tristes, y Jane se queja de que es aburridísimo no poder ni hablar con alguien, además de lo feo que es el papel amarillo.
Pero poco a poco, mientras va pasando el tiempo y cada vez tiene menos contacto con el exterior, e incluso con su marido, que se pasa el día trabajando, los temas también van cambiando muy despacio. Cada día habla un poco menos de su vida y se centra más en el papel, que cada vez le espanta más. Empieza a alucinar y a ver mujeres en la pared, fuera de casa, ve formas en el papel amarillo y siente que está conectada a él. Esto hace que la historia vaya cogiendo un ritmo cada vez más frenético, que en los últimos días del diario hace que el corazón te lata rapidísimo mientras lees cómo Jane pierde la razón completamente.
La historia tiene la extensión perfecta; se puede leer en una sentada, así que no te aburres en ningún momento porque todo pasa rápido. Además, la locura de Jane aparece poco a poco y de forma sutil, siendo totalmente creíble. Empiezas pensando "Vaya, sí que se aburre la pobre", pronto cambias a "Qué cosas más raras dice esta mujer", y para cuando te das cuenta estás agarrando el libro con fuerza y corriendo para ver qué le pasa al final.
Pero lo mejor es que es en primera persona. Al leer nos metemos en la mente de Jane, somos ella, y por momentos da la sensación de que nos volvemos locos con ella. Empieza totalmente cuerda, así que cuando empieza a ver mujeres en la pared o barrotes en el papel no sientes que sean imaginaciones suyas. Si hace una página estaba perfectamente, ¿cómo va a estar loca ahora? Y para cuando está completamente loca, las imaginaciones parecen reales. Porque en su mente, lo que leemos, lo son.
En resumen, es una historia mag-ní-fi-ca. Es muy fácil de leer, muy corta y muy intensa. La autora usa un lenguaje muy sencillo, nada del otro mundo, pero la forma en la que es capaz de escribir un relato de terror psicólogico en primera persona, cosa nada fácil, y hacernos sentir esa angustia, es increíble.